Una niña, vestida con su mejor ropa de domingo, estaba corriendo tan rápido como podía, tratando de no llegar tarde a la escuelita dominical. Mientras corría oraba: "¡Dios, por favor, no me dejes llegar tarde! ¡Dios, por favor, no me dejes llegar tarde!"
Como iba corriendo y orando, se tropezó con un roca y se cayó en un charco, ensuciando su vestido. Se levantó, se sacudió lo mejor que pudo y empezó a correr de nuevo. Mientras corría una vez más se puso a orar: "¡Dios, por favor, no me dejes llegar tarde ... Pero por favor, tampoco me empujes!"